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jueves, 28 de noviembre de 2013

LOS NEGROS NO TIENEN FAMILIA


A propósito de la Teniente de Calviá y la respuesta del Gobierno
                                                          
José Luis Segovia Bernabé


En medio de los calores veraniegos de este año, se coló en un suelto una sorprendente noticia que pasó inadvertida para la mayoría de los ciudadanos. La lacónica respuesta del Gobierno hace unos días la vuelve a poner de actualidad.

El caso es que la Teniente comandante del puesto de la Guardia Civil de Calviá (Mallorca) dictó una orden prohibiendo a los agentes realizar diligencias o avisar a los familiares de los detenidos que sean de raza negra, y ello con independencia del motivo por el que hayan sido detenidos. Sic. Sí, así, tal cual. Salva el honor del Cuerpo –“el honor es mi divisa” dice su lema- el que hayan sido compañeros de la benemérita los que hayan señalado que la orden es “contraria a derecho, ilegal, racista y xenófoba” y la hayan calificado de “atentado claro contra los Derechos Humanos”.


A los que somos de orden –precisamente por eso- no deja de sorprendernos la respuesta del Gobierno en el Congreso a una pregunta escrita, formulada por el diputado Sixto Iglesias. Ni siquiera una línea completa para responder a una batería de preguntas acerca de las responsabilidades y  medidas disciplinarias y/o penales adoptadas o por adoptar. La contestación a asunto tan grave es literalmente esta: “RESPUESTA: La instrucción a la que se refiere la pregunta ya ha sido modificada. Madrid, 14 de noviembre de 2013”. Ni una palabra más. Después de la concertina de cuchillas destrozacuerpos que han colocado en las vallas de Melilla y la respuesta del Presidente del Gobierno a los periodistas, diciendo que ha pedido informes técnicos para saber si hacen daño a las personas, no me extrañaría que ahora solicite un dictamen  para averiguar si los negros tienen familia.

...


lunes, 25 de noviembre de 2013

SUEÑO CADA NOCHE


(Manifiesto leído en el POBLADO DEL GALLINERO el 23 N en la FIESTA DENUNCIA por los DD de los NIÑOS)



Tengo tres años y sueño cada noche que un dragón blanco me recoge en la cuna de la chabola donde vivo y cabalgando a sus espaldas volamos hasta la luna y allí su fuego y mi mirada borran de la tierra cada frontera, cada pobreza.
Tengo 71 años, sueño que todos los niños de El Gallinero aprendan a sumar y restar, sepan leer y algún día les vayamos a ver cómo logran terminar una carrera, sueño que estas niñas como mis nietas sean aquello que quieran ser.
Tengo cinco años, soy una niña que cada tarde juega mojándose los pies en el agua de la fuente de El Gallinero, juego mientras voy a por el agua a la fuente ya que mi casa no tiene grifos. Sueño vivir en una casa con jardín donde jugar pisando el verde de la hierba y no el frío barro, sueño con esa casa que yo y mi familia nos podríamos construir.
Tengo 46 años, sueño que todos juntos logramos parar la locura de los derribos y sueño que cada niña pueda dormir en una casa construida por sus padres, en un barrio como otros muchos barrios con sus médicos y sus parques.
Tengo once años, sueño con ser bombero, por eso cada día corro a la escuela e intento aprender lo que me enseñan, hay tardes que hago los deberes en casa, otras en el apoyo escolar. Sé que tengo que esforzarme mucho pero sé que lo conseguiré.
Tengo 36 años y sueño con que la Justicia y los derechos no se detengan a las puertas de El Gallinero, sueño con una Justicia que apueste por los más débiles y que haga suyos los derechos pisoteados en este trozo de Madrid.
Tengo cuatro años, sueño que ya no vivo aquí, y que yo y todos mis amigos vivimos dentro de la ciudad, que cerca de casa hay un parque y un médico, sueño que juego cada tarde y marco tres goles jugando al fútbol en la plaza de mi barrio.
Tengo 40 años y sueño con el día en que estas palabras no existan y que todas las sonrisas que aquí duermen se despierten y desborden los márgenes de la ciudad y comprendamos que es mejor para todos compartir todas las sonrisas de todos los niños.
No me acuerdo de los años que tengo, no me acuerdo cuándo empecé a vivir aquí y sueño cada noche con el día que empiece a vivir la parte buena de la vida, no tardará mucho me lo han dicho las estrellas que cada noche nos visitan.
Tengo seis años y hay noches en que no puedo soñar… el frío no me deja dormir, pero las noches que sueño, soy un princesa que recorre en su caballo todo un reino donde cada niño duerme y vive en una hermosa casa.
Los sueños de la buena gente son la antesala de un mejor presente, y estos nuestros sueños serán más tarde que pronto realidad, ya que los soñamos con toda el alma y los luchamos con toda nuestra sangre.Los sueños son la urdimbre de nuestro presente, son nuestra libertad y pronto, más pronto de lo que muchos piensan, serán la realidad de cada una de nuestras vidas.


viernes, 8 de noviembre de 2013

Concertina en la puerta.

Sabernos rodeados de concertina no me produce mucha seguridad, más bien me produce estupor… Es tan valioso esto que protegemos, que con cuchillas hay que defenderlo.
¿Sentimos esta tierra tan nuestra que pensamos que otros nos la arrebatarán y la protegemos con sangre sudor y lágrimas?Lágrimas hipócritas nuestras, sudor y sangre, faltaría más,de otros, de los nadies.
Lagrimas hipócritas ya que no podemos lamentar la muerte de los ahogados en las costas de Lampedusa, e idear matar a inmigrantes a la puerta de nuestra casa. Colocar cuchillas no tiene otra intención que provocar daño físico a quien ose acercarse a nosotros, y no podremos calcular cuán hondas serán las heridas. Dicen que es para disuadir, pero cuando empuja la pobreza, se salta lo que haga falta aunque quede la piel hecha jirones. Quien cruza la valla de Melilla no lo ha decidido esta mañana al levantarse. Hace mucho tiempo dejó a su familia, atravesó desiertos y sufrió la violencia de la policía de “los buenos” en su éxodo y ahora tan cerca de lograr se sueño… volvemos a colocar esa máquina de picar carne humana que se retiró por inhumana hace años.
Sumamos más violencia al genocidio de los pobres, al que poco a poco nos acostumbramos y contribuimos.No sé qué podremos contestar a la pregunta de nuestros hijos sobre qué hacíamos ante este genocidio, hacia donde mirábamos cuando miles de personas morían en el Estrecho, o en los bajos de un camión, o en el desierto muertos de sed. Ahora en pleno siglo XXI no les tocamos ni un pelo. Simplemente dejamos que los acuchille la concertina en Melilla.
¿Dónde miramos? Sólo podemos mirar a un sitio para no pisotear de nuevo el artículo 1 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, sólo podemos mirar a un sitio para comportarnos fraternalmente los unos con los otros, sólo podemos mirar a un sitio para no tener que aborrecer nuestra condición humana. Ese lugar son los ojos del que huye de la pobreza.

Hay que exigir a nuestro Ministro del Interior que retire esas cuchillas de la puerta de nuestra casa. Una cosa es querer regular los flujos migratorios y otra muy distinta es acuchillar inmigrantes a distancia.
Podemos discutir sobre la política migratoria.  Sé que nunca llegaremos a un acuerdo con aquellos que se arrogan la posesión de la tierra y deciden quién está dentro y quién fuera, pero me resisto a creer que es preciso argumentar más para que la carne de hombres y mujeres que huyen de la miseria se presente como botín victorioso de una guerra que no es la de nadie que se arrogue la condición humana.

Por esto  y por mucho  más, exijo al Gobierno la retirada inmediata de  la “concertina”… la interrupción  de esta sinfonía silenciosa de sangre y llanto.



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